Leonardo González
Agencia Reforma

Antes, Elda Feliz González se la pasaba regañando a sus hijos y nietos por dedicar tanto tiempo a sus dispositivos. Ahora, si se descuida, ellos son los que a veces le regañan a ella por estar en su tablet o celular.
«Veía a la chiquillada y a la familia cuando estábamos reunidos y todo mundo con su aparatito, y pues les llamaba la atención», dice Elda, de 77 años, quien también es cronista de Marín.
Aunque era la principal defensora de la convivencia sin aparatos, de pronto se le olvidó y de un tiempo a la fecha le empezaron a reclamar, platica divertida.
«A la larga uno también hace lo mismo».
Lo malo es que algunos pueden sentirse tan confiados que llegan a comentar de todo en los muros de los amigos y familiares a tal punto en que pueden volverse impertinentes o, peor, divulgar información personal.
Con tacto, sin adicción
Pablo, gerente de un restaurante de comida rápida dice que debió hablar con su madre, de 76 años, cuando empezó a comentar todo lo que él y sus amigos posteaban en Facebook.
«Me regañaba, regañaba a mis amigos por groserías que escribíamos y hasta llegó a poner nombres de mis ex y a describirlas, lo que me armó una bronca con la que ahora es mi esposa.
«Tuve que hablar con ella y decirle: ‘O dejas de escribir en mi muro o te quito de mis amigos’. Ahora sólo me espía, sin decir nada», ríe. «Nunca más he vuelto a tener tantos ‘likes’. ¡Era la estrella, se daba cuenta y seguía comentando cosas!».
Félix Gaytán, alumno de diseño industrial, dice que su abuelo, azuzado por noticias falsas o negativas, solía llenar su muro de comentarios infundados sobre políticos y en los cuales recibía muchos comentarios de gente desconocida.
«Ya se sentía analista, porque muchos le celebraban sus comentarios o se agarraba a discutir con desconocidos. Hasta que uno lo amenazó con golpearlo por mensaje privado dejó de aceptar desconocidos y ahora cuida sus expresiones».
Esto, sumado a que también pueden caer en adicción virtual y no querer despegarse de las redes y los juegos.
Carmen Sánchez, de 67 años, comenzó a utilizar las redes sociales, porque una hija le pedía que se metiera para alimentar a sus animales virtuales en un juego de granja.
Desde ahí, el juego le gustó y empezó a adentrarse en más juegos y, especialmente, en el uso de Facebook. Lo único malo, platica, es que a veces pierde demasiado tiempo en «su granjita» virtual y manda muchas invitaciones a su familia.
«Mi esposo a veces se me enoja y me dice que la deje y me vaya a dormir, o a hacer otras cosas.
«O a veces mis hijas me dicen que ya no les mande notificaciones, pero pues ellas me indujeron, ahora se aguantan».
Otros no tuvieron inicios tan placenteros, como Elvira Montez, de 78 años y que vive en California, quien dice que por confiada cayó en una estafa por correo electrónico.
«Me llegó un correo del banco y yo ahí le puse mis datos, pero resultó que no era el banco. Lo bueno es que era una cuenta que no tenía mucho ahí. La verdad me asusté y no volví a usar la computadora en un tiempo».

Seguridad
La ingenuidad no es exclusiva de las personas de la tercera edad. Muchos caen con frecuencia en trampas en redes sociales, esto por la falta de candados de seguridad.
Para Manuel Yarto Wong, doctor y especialista en comunicación, el aumento en el uso de redes sociales en personas de la tercera edad puede ocasionar que caigan más fácilmente en fraudes o estafas por sus en muchas ocasiones conocimientos limitados de su funcionamiento.
«Su alfabetización digital es tardía, hay una curva de aprendizaje más lenta, y hay un miedo a la tecnología que al no saberla manejar los paraliza, y pueden sufrir robos de identidad, fraudes, o diferentes delitos por su desconocimiento del uso», platica Yarto Wong.
Por ello, es necesario que su familia los asesore constantemente, o buscarles algún curso o taller para aprender conocimientos básicos de computación o redes sociales.
«Es bien difícil a una persona mayor quitarles esos miedos, o esa confianza extrema, por ello recomiendo estar cercanos a ellos, apoyarlos siempre que se pueda, o si no buscarles un curso básico», dijo Yarto Wong.
Como ejemplo del apoyo familiar está el papá del especialista, Manuel Yarto Viesca, quien tiene 83 años y usa diariamente Facebook, Skype, Twitter, lee periódicos, descarga películas, además de usar WhatsApp y otras aplicaciones.
«Cada que se me atora algo le digo a mi hijo Manuel o una nieta. He aprendido lo básico, y tomando precauciones estas son herramientas que ayudan mucho a estar conectado con la familia», platica Don Manuel.
«Mi familia se ha ido a muchas partes del mundo y así puedo estar en contacto con ellos siempre».
Para no tener problemas, dice don Manuel, cualquier correo o información que le llega, y que duda de su procedencia, lo toma con cuidado y no lo abre. Además tiene respaldada su información en discos duros.
Entre los consejos para uso de redes sociales en personas de la tercera edad están: no aceptar correos de personas que no conozcan, no creer de los premios de la red, no otorgar información privada, comenta Jorge Ávila, director de Tresensocial.
Además, agrega que siempre hay que cerrar la cesión de la computadora que se utilizó, y no usar datos personales en una wi-fi pública.
Manejándolas con cuidado, las redes son una gran forma de que los adultos mayores puedan estar comunicados con su familia, informados o hasta entreteniéndose con juegos. Lo más importante es que se preparen y puedan perder el miedo a su uso, con seguridad.

TABLA Atento
– No pases tanto tiempo en las redes, continúa con tus labores habituales como leer, escuchar música y conversar con amigos «reales».
– Definitivamente no brindes información personal de ningún tipo como nombres completos tuyos y de tus familiares, menos domicilios, cuentas bancarias y números telefónicos.
– Pídeles a tus familias o a gente más habituada a redes sociales que te pongan «candados» para que tus comentarios y publicaciones únicamente las puedan ver amigos, no gente desconocida.
– Alerta: no creas todo lo que lees en las redes sociales, muchas son noticias falsas o trampas.

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