Lupita Aguilar
Agencia Reforma
Napolitano de nacimiento y afincado en la Zona Rosa de esta Capital hace poco más de dos décadas, Antonio Solito fue y sigue siendo un capítulo importante de la moda nacional.
«Recordarlo para agradecerle todo lo que nos compartió, es un merecido tributo», dice Luis Romero, encargado de la administración de una firma que, creada por el «Don» de la sastrería, hoy es retomada por Daniel Marchand, empresario amante de los buenos atuendos hechos a la medida.
De acuerdo con Marchand, Solito fue siempre un caballero discreto, pues incluso al recibir a sus importantes compradores lo hacía por una puerta secreta.
«Él vestía a primeros mandatarios, a políticos y a cantantes. Ellos tenían depositada a tal grado su confianza en él, que enviaban su avión particular al aeropuerto, pagando por anticipado la confección de sus trajes», dice Marchand desde la boutique, ubicada en Aristóteles 124, en Polanco.
«Desde muy joven y a partir de lo que él elaboró para mi padre, supe que su corte era el mejor del mundo», añade.
Y es que estas piezas se distinguen desde sus cimientos, y destacan por detalles como entretelas napolitanas que imponen carácter en hombros, coderas y bolsas personalizadas.
«No somos una marca excéntrica. Simplemente somos capaces de interpretar las necesidades individuales de los hombres que nos visitan. Contamos con la colaboración de los profesionales más cercanos al maestro por más de tres décadas», comenta Marchand.
Las prendas son realizadas a mano y su calidad es mundial, con un atento cuidado en cada detalle y la sugerencia de toques arriesgados por medio de corbatas y pañuelos en contraste.
«La leyenda del sastre Solito no puede morir. Quisimos recuperar su gloria y llevarla a un punto máximo. Hablamos de obras de arte con materiales excepcionales», apunta Marchand.
Otras texturas, cuyas tramas van salpicadas con polvos de oro, zafiro, diamante, lapislázuli, madreperla y jade, hablan de la grandeza de esta casa, que ha vestido a personajes de las más altas esferas. ¿Sus nombres? Sólo el caballero Solito lo supo, pues además de perfeccionista, era discreto.