Tener muy clara una meta realista y comprometerse con ella.
Como las emociones también forman parte de nuestro ser, necesitamos saber lidiar con ellas.
Meditar: nos ayuda a estar en contacto verdadero con nuestras necesidades, y por ejemplo: no confundir hambre con antojo.
Es importante que nos auto observemos y canalicemos lo que sentimos como corresponde, es decir: si me siento triste…llorar, en lugar de comerme un bote de helado.
Tomar tiempo para elegir una alimentación sana y equilibrada, de ser así, es casi imposible sentir hambre.
Ser muy CONSTANTE en el ejercicio elegido ya que cuando nos ejercitamos liberamos endorfinas que nos hacen sentir bien.
Visualizar la meta y los beneficios de lograrla (sobre todo en momentos de desmotivación), y si se desvía el rumbo INMEDIATAMENTE y sin culpa corregir.
Estar centrados en el presente, ¡sólo por hoy! (nos secciona la meta en pedacitos más fáciles de cumplir).
Celebrar los avances con un masaje, un buen libro, etc (que no tenga que ver con comida).
Cuando queremos introducir nuevos hábitos en nuestra vida diaria, necesitamos hacer un esfuerzo inicial importante, sin embargo, los resultados valen la pena.